sábado, 24 de septiembre de 2011

Y sin embargo, te volví a sentir.

Te conocí entre ese loco cabello rizado y negro, sonrisa inocente y ojos brillantes. Te disfruté, disfruté y disfruté tanto hasta que comencé a sufrirte una y otra vez, cuando te fuiste, me dejaste con ganas de más... era un simple adolescente sin llenadera alguna. Sufrí demasiado por esas ganas de volver a verte, tenerte y disfrutarte, te sufrí tanto que te busqué en lugares en donde nunca ibas a estar para mí.

Cuando pensé que no volvería a verte nunca, volviste para quedarte otros cuatro meses, meses que me provocaron un miedo impresionante a aferrarme a ti a tal grado que me destrozara tu partida, me retiré y no te volví a ver en mucho tiempo, a pesar de que mi arrepentimiento me llevó a buscarte mil veces en todos los rincones y de nueva cuenta, te sufrí.

Esta vez pensé que te había enfurecido tanto al irme, que me habías abandonado para siempre, pero de nuevo me sorprendiste, asomándote con esos ojos grandes y brillantes y ese modo de hablar tan propio y correcto. Lástima que te tuvieras que ir tan rápido en ese momento, pensé que no te volvería a ver (Otra vez) y casi muero de solo pensarlo.

Me dio gusto verte otra vez, después de cuatro meses de estar derrotado al pensar en tu ausencia. Me dio gusto verte en tu look de pelirroja y con tu sonrisa perfecta, con tus labios suaves y tu piel aterciopelada y blanca, con tus ojos pequeños, pero profundos y llenos de inteligencia, con un irónico y sarcástico modo de ser, tan parecido a mí.

Esta vez tu partida, que convirtió tu estancia en algo muy breve, no me hizo sufrir tanto como antes... ¡No, no pienses que es porque no te quiero o no te extraño! Es porque con este poco tiempo me has mostrado que por más que te vayas, siempre vas a volver a asomarte. Gracias por dejarme sentirte de nuevo con la confianza de que te volveré a ver. Gracias por todas las cosas que me has enseñado, por enseñarme a comer, caminar, hablar, mirar, pensar, creer, ¡Vivir!

Si, mi estimado lector, estoy hablándole al amor... y te estoy hablando a ti también, por que a tu modo, también eres amor, porque comes, respiras, bebes, hablas, miras ¡AMAS!

Tienes tus historias, así como yo tengo las mías. Has aprendido tus lecciones, así como yo he aprendido las mías. Sabes vivir a tu modo, ser tú y el consejo más grande que te podré dar en toda tu vida es: ¡No dejes que nadie te haga creer que has perdido esa capacidad para amar, para aprender y PARA VIVIR! porque sea lo que sea lo que te agobia... Mírate, ¡Estás vivo! Dime, ¿Porqué no has de sonreír?

1 comentario:

  1. Amo tu blog!
    Que entrada mas bonita n_n
    ..."Tu tienes tus historias y yo tengo las mías"...
    Yo quiero que tu historia algún día se cruce con la mía

    ResponderEliminar