martes, 22 de octubre de 2013

Eterna.

Soñé contigo anoche, soñé contigo por meses, soñaba que te encontraba dentro de mí mismo, siendo eterna, bailando, volando, erizando mi piel; viviéndome. 

Te viví dos veces, te viví dos vidas; te vivo eternamente, quise pertenecerte, quise ser tu propietario. Fui egoísta al pensar en arrancar la flor con la que estuve embelesado, quise tenerte y te tuve tantas y tan pocas veces que terminé siendo tuyo. 

Ahora me encuentro buscando mis propias raíces. Ahora me busco a mí mismo en el mismo lugar donde me encontraste ¿Cómo hacer para mirarte sin desearte en un pedestal? ¿Cómo amarte sin dejar de amarme a mí mismo? ¿Cómo no amarte?
Gracias por tantos sueños. Gracias por hacerme sentir. Gracias por tu aroma, gracias, eternas gracias.

Nunca has de marchitarte si no te arranco de tus raíces; como defensor de tu belleza, no puedo ser yo quien te arranque. Vive eternamente.

Besaré tu recuerdo hasta quedarme sin labios, cantaré a tu sonrisa hasta quedarme sin voz, miraré hacia tu estrella hasta quedarme ciego y con ella me guiaré. Te amaré hasta quedarme sin alma, hasta que el sueño se acabe.

Te miraré hasta que te vuelvas realidad y mientras seas realidad, yo estaré ausente. Seré el Sol y te encontraré en cada eclipse, sólo para mirarte. Para darte vida eterna. Ahora eres inmortal.

Te daré luz hasta donde quiera que estés, sin embargo, estaremos cerca hasta el próximo eclipse.

Brilla eternamente, amada Luna.